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El Legado del HP Elitedesk 705 G1: El Origen de un Gigante de Oficina
En el mundo del hardware corporativo, a veces nos volvemos cínicos. Pero de vez en cuando, aparece un equipo que simplemente funciona. Para mí, ese fue el HP Elitedesk 705 G1. En su momento, fue una apuesta audaz de HP: construir una máquina empresarial seria, segura y manejable sobre una plataforma AMD. Y vaya si les salió bien. Recuerdo haber desplegado flotas de estos equipos; su fiabilidad era legendaria. No era el más rápido, pero era una roca.
El G1 venía en varios sabores para adaptarse a cualquier rincón de la oficina: la clásica Microtorre, el compacto SFF (Small Form Factor) y mi favorito personal, el diminuto Desktop Mini. Esta flexibilidad fue crucial. Bajo el capó, montaba APUs de AMD como el A8 PRO-7600B, que integraban CPU y GPU. Esto, para la época, daba un rendimiento gráfico bastante decente para tareas ofimáticas y eliminaba la necesidad de una gráfica dedicada, simplificando el sistema y reduciendo el consumo. Equipado con memoria RAM DDR3, usualmente 4GB u 8GB de serie, era más que suficiente para el Windows 7 u 8.1 y el paquete de Office que dominaban el paisaje.
Hablemos de su talón de Aquiles y su mayor virtud: el almacenamiento. De fábrica, solían venir con discos duros mecánicos (HDD) de 500GB o 1TB. Lentos, ruidosos, un cuello de botella evidente. Pero aquí está la magia: la capacidad de actualización de este chasis es fantástica. He visto a técnicos junior resucitar un G1 con solo dos componentes: una SSD SATA de 2.5 pulgadas y un módulo extra de RAM. La diferencia es como de la noche al día. Pasas de un arranque de minutos a uno de segundos. Esta longevidad es un testimonio de un gran diseño de ingeniería.
La conectividad era otro punto fuerte. La cantidad de puertos USB 2.0 y 3.0, e incluso puertos serie y PS/2, lo hacían compatible con casi cualquier periférico, nuevo o viejo. Las salidas de video duales (VGA y DisplayPort) eran un estándar, algo que los usuarios avanzados agradecían enormemente para la productividad. A nivel de seguridad, ya incorporaba herramientas como HP BIOSphere y un chip TPM 1.2, características que como admin de TI, te daban tranquilidad.
En retrospectiva, el 705 G1 no fue solo un PC, fue el cimiento. Estableció un estándar de calidad, facilidad de mantenimiento (esos chasis tool-less eran una bendición) y un ciclo de vida que las empresas adoran. Hoy, es una opción increíblemente barata para un punto de venta, un thin client o el primer ordenador para un estudiante de programación. Entender de dónde viene el G1 es clave para apreciar el salto cuántico que supusieron sus sucesores.

Salto Generacional: El Elitedesk 705 G3 y la Modernización del Espacio de Trabajo
Si el G1 sentó las bases, el HP Elitedesk 705 G3 fue el que construyó el rascacielos. Aquí es donde, como técnico, realmente empecé a prestar atención. No fue una simple mejora, fue una modernización en toda regla, una respuesta directa a las necesidades de Windows 10 y aplicaciones cada vez más hambrientas de recursos. El G3 es, para muchos, el punto dulce de la serie.
El cambio más brutal fue la adopción de las APUs AMD PRO A-Series de 7ª generación ('Bristol Ridge'), como el potente A12-9800. Estos chips no solo eran más rápidos, sino que trajeron consigo el soporte para memoria RAM DDR4. Este salto de DDR3 a DDR4 fue un cambio de paradigma. Hablamos de más ancho de banda, mayor eficiencia y, en la práctica, un sistema mucho más ágil y capaz de hacer malabares con decenas de pestañas de Chrome, hojas de cálculo masivas y aplicaciones de negocio sin pestañear. Podías meterle hasta 64GB de RAM, una cifra que a día de hoy sigue siendo una barbaridad para ofimática.
Pero la verdadera revolución, la que te hacía sonreír al encender el equipo, fue la inclusión de un slot M.2 para SSDs NVMe. Esto sí que era jugar en otra liga. Pasar del bus SATA al bus PCIe para el almacenamiento principal es como pasar de una carretera comarcal a una autopista de seis carriles. Los tiempos de arranque y carga de aplicaciones se volvieron prácticamente instantáneos. Un G3 reacondicionado con un buen SSD NVMe sigue siendo hoy una máquina increíblemente competente y veloz por un precio ridículo.
Por supuesto, el G3 mantuvo la variedad de formatos, y el Desktop Mini se consolidó como una opción estelar. Estos pequeños ordenadores, con su plétora de puertos USB 3.1 y DisplayPort, se convirtieron en la solución perfecta para puestos de trabajo minimalistas, montados detrás de un monitor con un soporte VESA. Creabas una estación de trabajo potente y completamente invisible. Como anécdota, he montado decenas de ellos en recepciones y salas de reuniones; su fiabilidad y tamaño son simplemente perfectos.
En seguridad y gestión, el G3 también subió el listón. Introdujo HP Sure Start, esa maravilla de BIOS autorreparable que te ha salvado de más de un susto por un malware que intenta atacar el firmware. Además, la inclusión de TPM 2.0 de serie lo hace compatible con Windows 11, extendiendo su vida útil de forma significativa. Para los administradores de sistemas, las capacidades de gestión remota DASH seguían siendo un pilar fundamental.
En resumen, el salto del G1 al G3 fue abismal. Fue una modernización completa que alineó la serie 705 con los estándares de la computación moderna. Mientras que el G1 es hoy una máquina para tareas básicas, un G3 bien configurado sigue siendo un caballo de batalla perfectamente válido para desarrollo web, diseño gráfico 2D y casi cualquier tarea de oficina que le eches. Preparó el terreno para la bestia que estaba por llegar: el G5 con corazón Ryzen.

El HP Elitedesk 705 G5: Potencia y Seguridad en la Cima de la Evolución
Y entonces llegó el HP Elitedesk 705 G5. Si los modelos anteriores eran fiables y competentes, el G5 fue, y sigue siendo, una auténtica bestia. Fue el momento en que AMD, con sus procesadores Ryzen PRO, no solo se puso a la par de la competencia en el sector empresarial, sino que en muchos escenarios, la superó. El G5 es la culminación de todo lo aprendido, un concentrado de potencia, seguridad y diseño inteligente.
El alma del 705 G5 son los procesadores AMD Ryzen PRO, como el Ryzen 5 PRO 3400G. Quienes venimos de la programación y la administración de sistemas sabemos lo que significó la arquitectura Zen: un salto cuántico en rendimiento multinúcleo. Con 4 núcleos y 8 hilos, y unos gráficos integrados Radeon Vega que dejaban en ridículo a las soluciones anteriores, el G5 se convirtió en una máquina capaz de todo. He usado personalmente un G5 Mini como servidor para mi homelab, corriendo varias máquinas virtuales y contenedores Docker, y su rendimiento es simplemente asombroso para su tamaño y consumo. Compilar código, ejecutar bases de datos locales, virtualizar un entorno de pruebas... lo hace todo sin despeinarse. Es una máquina que se acerca a las workstations perfectas para ingenieros. El soporte para RAM DDR4 de hasta 2933MHz y la capacidad de hasta 64GB eran la guinda del pastel.
El almacenamiento se consolidó con el SSD NVMe como estándar, a menudo en configuraciones duales que permitían una unidad ultrarrápida para el sistema y las aplicaciones, y un segundo disco para datos masivos. La conectividad dio otro paso adelante con la estandarización de puertos USB 3.1 Gen 2 y, sobre todo, la llegada del USB-C. Este puerto es una maravilla: datos, vídeo e incluso alimentación en un solo cable. He montado escritorios con un monitor HP EliteDisplay y un 705 G5 Mini alimentado directamente por el monitor a través de USB-C. El resultado es un espacio de trabajo limpio, minimalista y potentísimo.
Donde HP realmente se lució fue en la seguridad. El G5 viene con un arsenal: HP Sure Start para AMD (la BIOS que se cura sola), HP Sure Run (que impide que el malware cierre procesos críticos de seguridad), HP Sure Click (que aísla las amenazas web en micro-VMs) y HP Sure Sense (una IA que caza malware de día cero). Es como tener un equipo de seguridad integrado en el hardware. Para cualquier empresa o profesional que maneje datos sensibles, esta tranquilidad no tiene precio. Para los más curiosos, la documentación técnica de AMD PRO Security es una lectura fascinante.
El modelo Desktop Mini del 705 G5 es, en mi opinión, una obra maestra de la ingeniería. Empaqueta un rendimiento que hace pocos años requería una torre de gran tamaño en un chasis que cabe en la palma de la mano. Es la máquina perfecta para desarrolladores, profesionales de TI, y entusiastas que buscan el máximo rendimiento en el mínimo espacio. Aunque ya existen generaciones más nuevas, la potencia del G5 es tal que seguirá siendo una herramienta de trabajo de primer nivel durante muchos años. Los modelos reacondicionados ofrecen, posiblemente, la mejor relación rendimiento/precio del mercado actual. La evolución desde el humilde G1 hasta este G5 es la prueba fehaciente de cómo la tecnología, bien aplicada, puede crear herramientas increíbles.